Romperte y volverte a armar
Tal vez experimentas una crisis en la que no sepas qué creencias, ideas o pensamientos sean los más adecuados para ti. Tal vez sientas culpa porque no son las ideas que tu familia te enseñó. Tal vez sientas miedo de ir en contra de todo eso que piensas que eres, tal vez estás muy confundida(o) sobre ti misma(o)…
¡Felicidades! 👏
¿Cómo felicidades?
Seguro sientes mil emociones contradictorias, miedo, confusión, tristeza, vergüenza, culpa…
Es una idea fuerte y retadora
Pero… si te digo que esa «rompición» es el inicio para construirte desde quién realmente eres.
Estás en el momento en el que tienes la posibilidad grandiosa de armarte recogiendo solo los pedazos que te sirven. Todo lo demás ya es parte de una versión antigua a la que puedes agradecer. Pero con la que no necesitas seguir.
Es tu momento y tu oportunidad de reinventarte desde ti. No desde lo que alguien más te dijo que tenías que ser.
La primera vez que me rompí
Crecí en una familia muy católica, con muchas creencias sobre cómo “debería” ser la vida. Metas que cumplir, objetivos que lograr, ideas sociales, culturales y familiares que van moldeando lo que se espera de cada persona.
Y todo iba bien… hasta que a mis 26 años llegó un momento de crisis en el que cuestioné todo: Mi vida, la existencia, la injusticia, el mundo y muchas cosas más…
Había cosas que tenían que ver con lo que creía; pero era más un tema sobre cómo me sentía
¿De verdad esta forma de vivir —frustrada, enojada, fastidiada— era la única posible?
¿Qué sentido tenía una existencia así?
Así pasaron meses, tal vez un par de años hasta que llegó un momento en el que empecé a dudar.
Dudé de mi lealtad a mis creencias familiares
¿Qué pasaba si me quedaba sin esas creencias? ¿Qué quedaba de mi?
Dudé de mi lealtad hacia Dios
¿Qué pasaba si dudaba de esa fé? ¿Quién quedaba sin eso?
Dudé si mi sentir era correcto
¿Por qué estoy sintiendo esto si no debería?
TUVE QUE “ROMPERME” para identificar quién realmente era yo
Me rompí en mil pedazos, el miedo que sentí fue demasiado grande, pero al mismo tiempo también aparecieron respuestas y corazonadas
AL DESCUBRIR QUE PODÍA VOLVER A “CONSTRUIRME”
- Descubrí que no había un único camino
- Descubrí que existen muchas herramientas y conocimientos para crecer y sanar
- Descubrí el camino del autoconocimiento, del camino interior
- Descubrí que para caminar ese camino necesitas valor
Hay muchas formas en las que puedes encontrar UNA CONEXIÓN GENUINA CONTIGO Y LO DIVINO
NINGUNA ES MEJOR QUE OTRA, SÓLO ES DIFERENTE
Cada camino tiene sus formas y tradiciones, pero éstas no son lo importante; busca la esencia. La esencia del ser humano es su esencia espiritual. Hay un lugar donde tu corazón se siente tranquilo y pleno. Atrévete a buscar ese lugar.
El camino interior es un camino que no tiene fin. Hasta el último de nuestros días viviremos conociéndonos y descubriéndonos en cada experiencia de vida; viviéndonos en cada alegría o decepción; en los logros y los fracasos.
Porque esa es la vida humana; una gama de experiencias y posibilidades infinitas y tú puedes elegir cómo vivirlas: desde el sufrimiento o desde el aprendizaje.
HOY ME SIGO ROMPIENDO Y CONSTRUYENDO
Parece que se vuelve parte del camino, aunque ya no da tanto miedo como la primera vez.
Hoy mi trabajo es una forma de poner en práctica todos esos aprendizajes para acompañar procesos de sanación, integración, transformación y creación.
Siempre soy yo dando lo mejor de mí; en cada uno de los proyectos, talleres, clases y actividades, porque sé que cuando UNA PERSONA SANA Y CRECE, TODO SU ENTORNO TAMBIÉN
HOY RECONOZCO QUE NO SOY PERFECTA Y QUE NO BUSCO SERLO
Tendré fallas y equivocaciones, que también son parte del camino.
No soy un ejemplo a seguir, soy una humana que comparte, observa, se asombra, experimenta, siente, cuestiona, reflexiona, aprende, integra, acepta, llora y se enoja mucho todavía.
Hoy agradezco que leas estas palabras porque de alguna manera eres parte de mi camino y yo también aprendo de ti.
CONOCERTE A TI MISMA(O)
es el inicio del camino hacia tu paz y equilibrio
En los momentos de crisis resulta muy valioso tener personas que te acompañen. Hay procesos en los que podemos pedir ayuda y hacer nuestra experiencia de vida aprendizaje un poco más ligera y contenida.
Existen herramientas como la arteterapia, la terapia psicológica, las constelaciones familiares, la práctica de yoga o sesiones de reiki.
Cada una aporta a tus diferentes cuerpos, físico, mental y emocional algo distinto. Puedes probar con la que primero llame tu atención.
No hay una receta, es más bien tu intuición.
